Escrito por Mikla
El joven no
se podía imaginar lo que se ocultaba tras la última colina de la cordillera
donde había ido a parar. No le veía sentido a que un puñado de soldados
equipados para la guerra se encontraran en medio de las montañas, realizando
una escaramuza por terrenos escarpados con armadura pesada y sin equipo de
montaña. Cobró sentido tras trepar la última roca de la última colina, y
observar qué rodeaba la cordillera. Una ciudad. La ciudad, Rávnica.
Al verlo boquiabierto
ante semejante extensión de calles y edificios, la mujer encargada de vigilarle
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Llanura (Versión 5) [Bloque "Regreso a Rávnica"] |
en el trayecto a los cuarteles se rió y le dio una sonora palmada en la espalda.
-Parece que
no has visto muchas ciudades en tu vida, chico. ¿Eres de alguna zona de montaña
o es que eres fácil de impresionar?- Dijo mientras caminaba hacia el elevador
que descendía hasta las calles.
-No soy nada
fácil de impresionar- Respondió el joven tratando de mantener la calma y
moderando el tono para que sonara serio- Es sólo que esta ciudad lo cubre todo salvo la zona de montañas- Subieron al elevador, que comenzó
a descender movido por unas bobinas mágicas. El ángel que les acompañaba
descendía planeando alrededor del montacargas.
-Incluso la
cordillera que acabamos de dejar está cubierta por pedazos y restos de ciudad.
Ruinosos y fuera de nuestro control, ahí habitan clanes del gremio Gruul.
Bosques, montañas, gente sin control y bestias salvajes pueblan esa cordillera.
De vez en cuando venimos a tratar de mantener relaciones diplomáticas con
ellos. -Hacer una declaración de intenciones parecía necesario ante el
desconocimiento del joven, no iban a hacer la guerra con ellos- Pero hay
ciertos personajes que se oponen a ello, como Domri Rade. Que, por cierto, no
creo que sea mucho mayor que tú, y dicen que también viaja entre planos. Tú
eres un caminante ¿no?- El elevador llegó hasta abajo mientras los soldados hablaban entre sí, y se abrieron las puertas.
-Es la segunda
vez que cambio de plano, y no
me acostumbro a ello. Creo que no es lo mío, a mi me gusta más la esgrima, o
practicar puntería con magia-
Salieron todos del elevador. La melenafuego se
alejó volando por encima de los tejados de los edificios y Tájic se dirigió al
escuadrón, que acababa de formar.
-No tengo
comentarios sobre la escaramuza de hoy, todos sabéis lo que ha ocurrido, y
esperaremos a que Grozdan nos de órdenes al respecto. Lirya, sigues a cargo del
crío. Asegúrate de que no cause ningún problema, o yo mismo os patearé dentro
de una celda a los dos. Mañana a la misma hora. ¡Romped filas!-
Los soldados
esperaron a que Tájic se diera la vuelta y se marchara para descansar, y se
juntaron para hablar. Lirya se quitó el casco y se dirigió a Mikla. -Vamos al
distrito de la Casa Solar, nuestra fortaleza. Los demás no quieren que vengas,
pero no importa, yo te enseño la ciudad. Me fio de que no vas a hacer que acabemos
en el calabozo- Se rió y al joven le pareció hermosa, adorable.
-Vale, hace
una buena tarde- Mikla estaba bastante aturdido, con la mente muy cargada
después del viaje por las Eternidades Ciegas. Un paseo en buena compañía le
vendría bien.
Calles. Y
más calles. Calles de todo tipo, tiendas y comercios por doquier, gente a
rebosar, bazares, soldados montados en bestias aladas patrullando desde el
aire, niños, familias. La quintaesencia de las ciudades se presentaba ante
Mikla, que había crecido en una casa en una colina solitaria. Le impresionaba,
y a la vez le horrorizaba pensar que al mínimo peligro, muchísima gente estaría
expuesta. Al haber tanta gente junta, el valor de la vida se valoraría como
masa, no como individuo. Los poderosos e influyentes serían más valorados que
toda la gente que paseaba por la calle a su lado, gente aparentemente apacible
y productiva. Empezó a odiar la ciudad, y a notar estrés acumulándose en su
cabeza.
-Toma- Lirya
le ofreció un pedazo de carne caliente y un odre - Tendrás hambre ¿no?, siempre
compramos carne aquí, te gustará-
Lirya era
tan alta como Mikla, con el pelo brillante, corto, rizado, y naranja. Sus ojos
eran claros y redondos, y su cara mostraba una amabilidad muy natural. Esa
visión calmó al joven y cambió repentinamente el estrés en su cabeza por
ternura. -...Gracias, tengo mucha hambre. Hay mucha gente por todos lados, no
estoy acostumbrado- Respondió antes de darle un bocado a la carne.
-No estés
nervioso, llegaremos en seguida, allí hay más espacio libre- Cogió a Mikla de
la solapa de su gabardina y tiró de él por la calle. Mikla sonrió, le gustaba
mucho estar con Lirya.
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Fuerte boros |
Al poco
tiempo, llegaron a un distrito de edificios fortificados y de piedra sólida. Con
grandes hogueras y fundiciones iluminando las calles en puesta de sol de un tono rojizo y dorado, y soldados entrenando
en los patios de cada estructura.
-Bienvenido
a Casa Solar. Aquí vivimos y entrenamos cuando no estamos haciendo misiones
ni maniobras- No era un simple grupo de mercenarios con un líder, Mikla
comprendió que formaban parte de la fuerza militar de toda la ciudad que cubría
el plano.
Caminaron por las calles con una actitud más firme.
Mikla observó los arqueros apostados en uno de cada cuatro balcones, y que la
cantidad de forjas y herrerías era más de quince veces la del resto de las
calles que habían recorrido. Llegaron a un patio donde los compañeros de Lirya
estaban entrenando.
-Antes me
has dicho que te gusta la esgrima ¿verdad?- Lirya parecía animada mientras se
ponía el casco y desenvainaba sus armas en una zona despejada del patio. -¡A ver
qué tal lo haces!-
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Élite Boros |
-Estoy
acostumbrado a enfrentarme a rivales con armadura, te podría
herir- Una muestra de caballerosidad automática, sabía que la mujer
estaba preparada. Antes de que Lirya pudiera ofenderse, se apresuró a aclarar.
-Aún no nos hemos presentado, y no puedo batirme en duelo con nadie sin una
presentación digna. Soy Mikla el Sibilante, espadachín de Kamigawa, e hijo honorífico
de Bant. Es un honor cruzar acero con una persona noble y de buen corazón-
Inclinó su cabeza y bajó los brazos. Se enderezó y esperó la presentación de
Lirya.
Lirya
contuvo una risita por respeto -Mi nombre es Lirya Birawn, miembro de la
Legión Boros, hija y hermana orgullosa de Rávnica y sus gentes- Asintió con la
cabeza y se puso en posición.
Entrenaron durante horas. Era ya noche
cerrada, los demás soldados se habían ido, dejando el patio vacío. Mikla y
Lirya seguían probando movimientos y ya habían empezado a practicar con las
armas del otro. El patio estaba completamente iluminado con un color anaranjado
por el fulgor procedente de las forjas y de los elementales que patrullaban las
calles, y por las enormes hogueras en cada tejado.
Se oyó un batir de alas, y una
figura familiar se posó cerca de ellos. Era la melenafuego que acompañaba al
escuadrón de Lirya.
-Traigo esto
para el joven -Hablaba con la misma voz extraterrenal, que llenaba el corazón
de Mikla de inspiración y valor -¿Cómo ha ido el entrenamiento, Lirya?- Lirya
se cuadró y saludó con respeto al ángel.
-Excelentemente,
su esgrima no es la más precisa, pero es extremadamente fluida e intuitiva, me recuerda a las historias que cuentan sobre el viejo Agrus y sus dos espadas. Controla su cuerpo con
naturalidad y será el más veloz del escuadrón al que le asignen. Maneja la
alabarda como un veterano wojek, y es perfectamente inútil con el arco largo-
-Eh, esos
arcos son raros, no se pueden usar bien; disparar de frente va del todo contra
la anatomía- Justificó Mikla, con indignación, los arcos que conocía eran asimétricos.
El ángel se
acercó al joven y le entregó un sobre. -Transmitiré la información a Tájic, los
demás trámites están todos resueltos -Alzó el vuelo y desapareció en la
oscuridad del cielo nocturno nublado.
Mikla abrió
el sobre, y Lirya se acercó a ver qué había dentro.
-¿Tan fácil?
¿No importan mis intenciones personales para unirme?- Mikla se alegraba, pero
no se lo esperaba en absoluto, le parecía extraño. Echó a andar por el patio,
sin saber bien qué pensar.
-¡Alégrate!
En seguida estarás asignado a algún escuadrón. Mañana tendrás que ir a
registrarte, y el comandante Yaszen en persona te hará una entrevista corta.
Tendrás un sitio en los barracones de los hombres y un sueldo para poder vivir
aquí. Y tienes el favor de una melenafuego, que se ha tomado muchas molestias
por ti ¡Es una oportunidad buenísima!- Lirya estaba muy alegre por poder ver a Mikla estando de servicio, se
acercó a él y lo abrazó.
Mikla se
paró en seco. No sabía cómo reaccionar ante ese gesto, y tenía
la mente muy alerta a causa de ese cambio de rumbo tan repentino. -¿A qué
melenafuego se refiere, al ángel o a sí misma?- Pensó. Se giró y la miró.
-No tienes techo bajo el que cubrirte esta
noche ¿verdad?- dijo Lirya susurrando y sonrojándose al cruzar miradas con él -Eres
parte de la Legión, así que puedes usar los barracones. Pero no estás
registrado, así que nadie tiene por qué saber que eres un hombre en los de las mujeres- Lirya sonrió levemente, sin apartar la mirada de los ojos de Mikla.
Mikla era un
amasijo de nervios. Encontró un instante de claridad en toda su mente mientras
acariciaba la mejilla de Lirya con el
dorsal de su mano derecha.
-Claro que tengo techo bajo el que cubrirme, Lirya-
Dijo antes de retroceder un paso y darse la vuelta. Alzó los brazos y señaló el
cielo sobre ellos, volviendo a mirar a Lirya -Mira cuántas nubes me van a
cubrir esta noche de lo que pueda caer desde más arriba-
Lirya sonrió,
esta vez con una sonrisa abierta y jovial -Eres un chico muy raro, Mikla. No se
de dónde eres, pero aquí las cosas funcionan de otra forma. Trata de adaptarte,
no quiero que acabes en problemas. Algunas calles de Rávnica son muy
peligrosas-
Ojalá supiera yo mismo de dónde soy- Pensó el joven con
cierta impotencia.
-Si alguna
vez no tengo techo bajo el que cubrirme en la noche ¿me ayudarás?- Al no estar
del todo seguro de si Lirya le había hecho una proposición en serio, o todo era
que había tenido una impresión muy tergiversada, prefería preguntar.
-Parece que
cualquier cosa te sirve como techo, seguro que te las apañarás sin mi ayuda-
Lirya quería desquitarse un poco, jugando con él.
-Así que sí quería algo. Y parece que se ha
ofendido, mierda- Mikla la miró fijamente a sus ojos, con intención de aclarar su respuesta.
-Eres muy hermosa Lirya. Tanto que pienso despacio y a
trompicones cuando miro a tus ojos. Tu forma de tratarme me abruma. Estoy
perdido, estoy cansado. Necesito encontrarme y descansar. Seguro que en algún
momento necesitaré la ayuda de alguien en esta ciudad. Pensaré en ti cuando llegue ese momento-
Hizo una
reverencia a modo de agradecimiento, se dio la vuelta y se marchó. Con un
suspiro profundo, a las calles de Rávnica, y con el favor de una melenafuego.
Todos los artes mostrados en esta entrada son utilizados para las cartas homónimas del juego de cartas intercambiables Magic: The Gathering, todos los derechos pertenecen a Wizards of The Coast.