Se apresura a doblar la esquina. Aparentemente, todo está desierto. -Contar con que esto siga así es una estupidez- Piensa el joven, mientras acelera el paso todo lo que puede. Está agotado, hambriento, y desarmado.
Cargando con el trasgo que le acaba de liberar de la celda, su paso se ralentiza. -Pobre infeliz, apenas recordarás lo que es tener tu propia conciencia- No se le ocurre otro camino a seguir que mostrar su agradecimiento sacando a su salvador de la cautividad física y mental a la que lleva sometido quién sabe cuánto.
Camina por instinto por un pasillo húmedo, sin iluminación alguna, siguiendo el ruido de las ratas huyendo, probablemente del trasgo. A lo lejos se atisba una luz muy leve, desde la que ve precipitarse una sombra silenciosa y a toda velocidad hacia él. Deja al trasgo en el suelo y se pega al muro a su derecha. Pierde a la sombra de vista cuando esta entra en la zona oscura del pasillo, cada vez más cerca de él; con el corazón latiendo deprisa y preparado para recibir un golpe, un puño se estampa en su sien derecha. Normalmente le habría dolido más, el cansancio hace mella en todo su cuerpo. Manteniendo la consciencia a duras penas, capta a medias un susurro aparentemente dirigido a él.
-...despacio, no me voy a parar una sola vez más a ver por dónde andas. No es suficiente con que te haya liberado, tienes que arrastrar ese saco de huesos contigo ¿eres un alma caritativa, o es que te lo pensabas comer de camino a la superficie? Como no dejes de entretenerte, acabo contigo aquí y ahora, antes de que les cuentes dónde estoy-
Aturdido, confuso, a punto de desmayarse, articula palabras a duras penas mientras lucha por no caer redondo en el sitio. -¿A qué viene todo esto? Las discusiones para luego, ¿por dónde salimos de aquí sin que nadie moleste?-
Cruzan pasillos y pasillos, algunos en penumbra por la luz que se filtra por el techo, otros en la más densa oscuridad, cada vez más encharcados y con goteras por doquier. El trasgo cada vez se hace más pesado, y un murmullo lejano empieza a sonar cuando el aire empieza a notarse más denso. El joven pregunta a la sombra que avanza delante de él, nerviosa y aturullada -¿Por qué no estamos acercándonos a la superficie? El aire está cada vez más cargado-
Tumba inundada [Bloque "Rávnica: Ciudad de Gremios"] |
Es entonces cuando Mikla se percata de que está desarmado. -No tengo mis armas. Mierda, tengo que ir a por ellas ¿dónde pueden estar?-
La sombra deja escapar una risita dulce, coqueta, adorable, completamente fuera de lugar. -Claro, ¿cómo va a volver el niño sin sus juguetes? Vamos a buscarlos. Sígueme, cielo- Mikla desconfía, ha parecido demasiado fácil convencerla de arriesgarse por sus armas. Nada más darse la vuelta para empezar a desandar el camino, recibe un golpe seco en el costado seguido de otro en la espalda, que le hacen dejar caer el cuerpo del trasgo y quedar de rodillas, de espaldas a la sombra.
-Hace falta ser retrasado ¿en serio piensas ir andando a oscuras cargando con un cadáver a buscar tus armas en este laberinto de catacumbas y cloacas que ni siquiera conectan con la superficie? Toma tus juguetes, no espero que seas más útil por tenerlos, pero te he hecho el favor por si tengo suerte- Cuando Mikla se gira para ver a la sombra, ve que deja caer sus dos espadas envainadas, con las cuales le acaba de golpear. Sin ganas siquiera de hablar ni pensar acerca del comportamiento de su acompañante, las recoge y coloca en su fajín como es costumbre. La sombra empieza a andar mientras él recoge el cuerpo del trasgo y retoma el aire.
Pantano (Versión 1) [Bloque "Regreso a Rávnica"] |
-Hago bien en ni siquiera plantearme el por qué de tu extraño comportamiento ¿verdad?- Le pregunta a la mujer sin siquiera mirarla, mientras comprueba que el trasgo aún tiene pulso.
-Estás despierto. Ven, acércate- La mujer se le insinúa mientras alarga su mano para coger un cuchillo de entre sus ropas y lo acerca a las llamas de la hoguera.
-Tengo hambre ¿tienes comida?- El joven decide ignorar las excentricidades de la loca con la que le ha tocado fugarse.
La mujer se levanta y se acerca al joven, el cual deja a un lado el cuerpo del trasgo y apoya su mano derecha en la empuñadura de su sable corto. Al llegar hasta el muro donde Mikla está apoyado, abre las piernas sobre él y deja caer la brasa sobre su pecho un segundo antes de hundir su pelvis en la cara del hombre.
Mikla se levanta, levantando a la mujer sobre sus hombros con él, la arroja al suelo y pisa su cuello, sin levantar la mano de la empuñadura del sable corto en su cinto. -Vamos a salir de aquí y después de eso no nos volveremos a ver jamás. Cuando desenvaine mi arma, correrá sangre; y, por mucho que creas lo contrario, no te gustará que eso ocurra- Habla con voz serena y seria, con una respiración profunda y acompasada. Sus nervios han sido aplastados por la ira que le causa estar encerrado en un laberinto con una lunática. -Cuéntame todo lo que sepas para poder salir de aquí y ve a por cualquier cosa que se coma mientras pienso cómo lo hacemos- La mujer pone los ojos en blanco y deja escapar un suspiro aterradoramente sensual.
-Está bien- dice con supuesta resignación -Dejad que me vista apropiadamente para un caballero como vos antes de aclarar nuestra situación- Agrega con sorna.
Todo un sistema de catacumbas que a la vez conecta y no conecta con la superficie. La mejor salida es la subciudad, a través del gran foso de cadáveres debajo de Mantoscuro, con todo un ritual de sacrificio sucediendo ahora mismo ahí. Supongo que es una línea recta. Aprovechar el factor sorpresa en el momento adecuado, y correr sin parar a través de cualquier cosa que aparezca. O se consigue, o no.- Mikla da vueltas a su cabeza mientras devora una rata insípida y, con mucha certeza, insana.
Con el cuerpo del trasgo atado a la espalda y seguido de cerca por la ahora conocida Grith, maga de disrupción del gremio Rix Maadi, avanzan por la última bifurcación del largo pasillo en el que Mikla no recuerda haberse adentrado. El sonido de pasos ha cesado hace rato, aumenta la luz, y el murmullo es cada vez menor. En una sala en la que entra luz directamente desde la superficie, un ser blanquecino y de facciones fantasmagóricas se dirige a un grupo de gente, arrodillados ante él:
Vidente de Mantoscuro |
Mikla susurra con brevedad a Grith -Llama la atención todo lo que puedas, tengo que acabar con él antes de que los esclavos se lancen sobre nosotros-
Mago del gremio de Rix Maadi |
Grith tarda unos segundos en reaccionar, echa a correr detrás de Mikla y canaliza un hechizo de debilidad sobre el oficiador del ritual. Mikla se para en seco cuando la magia impacta, algo que el vampiro no había previsto mientras se retorcía, debilitado por Grith; carga un corte desde la cadera, y lo decapita limpiamente. Siguen corriendo en línea recta, perseguidos por el grupo del ritual, atraviesan un arco al final de la sala, y llegan a una enorme cámara, donde el olor y las vistas son absolutamente repugnantes. Cadáveres cubriendo todo el suelo de la estancia, flotando en agua, marrón por la sangre oxidada. Una aberración gargantuesca se alza casi hasta la altura del techo, con al menos doce pares de patas, afiladas y cubiertas de púas, consumiendo cadáveres de forma atroz y con crujidos propios de huesos quebrándose. No dudan en seguir corriendo, escaleras abajo, en busca de un pozo de drenaje, antes de que la criatura se percate de su presencia.
Aberración consumidora [Edición especial "Prerelease Events"] |
Todos los artes mostrados en esta entrada son utilizados para las cartas homónimas del juego de cartas intercambiables Magic: The Gathering, todos los derechos pertenecen a Wizards of The Coast.