Estoy trabajando en renovar el blog por un blog de relatos y personalizaciones de MTG. Los eventos volverán más adelante. Discupad las molestias.

martes, 18 de marzo de 2014

Saga Hechicera - Vuelta al escenario

Saga Hechicera - Vuelta al escenario (EPU IX)

"Volvemos a las andadas" pensó Annie. Frente a ella se erguían todos sus contrincantes, apenas cambiados desde hacía tanto tiempo. "No puedo volver a enclaustrarme a meditar en cuevas. Y menos en cuevas resbaladizas, donde te lesionas y toda tu meditación consiste en rumiar que tus enemigos están haciéndose con nuevos hechizos mientras tú bajas la hinchazón de un pie metiéndolo en agua de río".

Taiga ya tenía la vista fija en ella. Keitaro y Ciervo parecían enamorados de tanta intensidad que había en sus miradas. Supo que Ángel aún necesitaba un tiempo para enzarzarse en una pelea. Aún era joven, quizá demasiado para estar viviendo estos tiempos de locura, en los que los invocadores luchaban unos contra otros simplemente porque sí. Annie se preguntó quién habría iniciado aquella escalada de violencia en la que, una vez entras, no tienes más remedio que pisar el cuello del de al lado para sobrevivir.

Como si se tratara de un paseo, Taiga caminó hacia ella y Annie le siguió hacia los bosques. Nadie hubiese dicho que fueran a combatir a muerte. Estaba ansiosa por probar su nuevo conglomerado de hechizos contra sus molestos fragmentados. Sabía que con el control sobre las invocaciones de Taiga podría alzarse con la victoria, pues un fragmentado sin un rompecabezas que completar no es más que un vil insecto.
Sin embargo, cuando vio que Taiga comenzaba a invocar enormes monstruos verdes, se acordó de que Keitaro le había advertido de su reciente alianza con Garruk. "Maldita sea" pensó mientras resistía con todas sus fuerzas el embiste de las criaturas, "me he metido en la boca del lobo como una idiota". Ni siquiera sus hechizos de fuego pudieron con la espesura donde luchaban, pues eran hechizos nuevos que no dominaba igual que el agua que la había acompañado toda su vida, y poco a poco cayó derrotada.
Taiga, sin embargo, no se jactó. Tampoco tuvo piedad, todo hay que decirlo, pero al menos se marchó dignamente a buscar un lugar donde recuperar fuerzas, y Annie le imitó segura de que aquello no había terminado. Sólo un poco más, se dijo. Sólo tenía que dominar más profundamente el fuego para controlar a todos sus enemigos, pues quedarse a las puertas no era una opción.

A Keitaro tampoco le iba mucho mejor. Ciervo, cuya especialidad era anular los hechizos en el repertorio del contrincante antes de que pudiese pronunciarlos, estaba dejando sin recursos a Keitaro a velocidad de vértigo. Annie observó cómo su mente se iba agotando y cada vez le costaba más usar la imaginación para sobrevivir con lo poco que tenía a mano. Finalmente cayó también y, agotado hasta el límite de sus fuerzas, se retiró hasta donde Ángel esperaba pacientemente. El joven invocador lo miró yacer a su lado.
-¿Tan mal se te ha dado?
-No -jadeó Keitaro-. Sólo le he agotado para ti.
Ángel rió.
-Lo siento, pero mi objetivo es Taiga. Le he visto combatir contra Annie y creo que quiero derrotar a sus bestias verdes. Garruk me cae mal, ¿sabes?
-Pensé que tenías un pacto con él.
-Pacto, no amistad.
-No te preocupes, Keitaro -dijo Annie, acercándose por la pradera que lindaba con los bosques, ya más recuperada-. Ahora que Ciervo está flotando en su nube, iré a por él. 
-Pero te deja sin hechizos -protestó Keitaro-. Notaba cómo iban desapareciendo de mi cabeza, como si los olvidase. Y tú luchas con conjuros y magia instantánea...
-He estudiado ese tipo de magia. Simplemente hace morir a tus ideas... pero eso no quiere decir que no se puedan recuperar, ¿verdad?
Annie sonrió, enigmática, y Keitaro dejó caer la cabeza sobre la hierba.
-Como desees -suspiró-. Pero luego no digas que no te lo advertí.
-Tú siéntate y observa. Ángel -dijo entonces Annie, volviéndose hacia el joven-, derrótale. ¿Lo harás por mí?
-No. Lo hare por mí.
-Me parece bien -sonrió ella-. Ahora corre. Por ahí viene Ciervo a probar la derrota.

Ciervo, efectivamente, se cruzó con Ángel sin mediar palabra y firmando una sentencia que vendría poco después.
Fue rápido: Ciervo era bueno y sus hechizos eran realmente poderosos, pero Annie había pasado mucho tiempo entre los muertos y sabía que las invocaciones no nacían sólo de la mente. Por eso fue que cada hechizo derrotado surgió de la tierra para volverse en contra de Ciervo y cada criatura que Annie invocaba se nutría de los espíritus de sus compañeros caídos. Ciervo, sin más defensa que un par de criaturas que servían para provocar amnesia más que para luchar, acabó cayendo ante la arremetida de los muertos que él mismo había creado.
Al terminar la batalla, e incluso antes de que pudiesen intercambiar palabra (o insulto) alguna, oyeron un gran estruendo en los bosques.
-¿Esos son Taiga y Ángel? -preguntó Keitaro, que ya parecía recuperado del todo.
-Parece que la fuerza bruta contra la fuerza bruta no hace más que alargar el resultado -comentó Ciervo. Sus heridas no eran graves, aunque sí lo suficiente para hacerle jadear.
-Vayamos a ver.
Boquiabiertos, pudieron ver la eterna y feroz batalla entre Taiga y Ángel. Muchas veces tuvieron que cambiar de sitio para que un árbol no les aplastara, y muchas veces Annie y Ciervo tuvieron que recurrir a hechizos que los teletransportaran a lugares seguros. Cuando parecía que no iban a poder librar una batalla más, y después de tres sangrientos y destructivos asaltos, Taiga se alzó finalmente con la victoria.
-Maldita sea -masculló Annie, casi sin fuerzas-. Yo apostaba por el chaval. Ya no tengo más fuerzas para volver a luchar, después de una derrota y tanto teletransporte por el bosque...
-Yo iré a por Taiga. Sus fuerzas están mermadas y no podemos dejar que siempre gane, ¿no? -dijo Keitaro-. Tú descansa. Aún tienes que dar algunos pasos, maestra.
-No me llames así. Yo sólo te vapuleaba por entretenerme.
-Yo voy a por Ángel -dijo entonces Ciervo-. Tengo que resarcirme. 
-Suerte -masculló Annie mientras apoyaba la espalda en un árbol y cerraba los ojos-. Y no me hagáis teletransportarme más.

Keitaro, renovadas sus fuerzas, saltó al frente decidido a terminar con cada bestia que saltara a su paso. Pero no fueron bestias lo que se encontró.
-¡Fragmentados! -oyó Annie a lo lejos, y soltó una carcajada.
-Qué tipejo... -rió.
Los fragmentados se multiplicaron antes de que Keitaro, que se había lanzado demasiado pronto a matar criaturas enormes pero solitarias, pudiese diezmarlos lo suficiente para que no se conviertieran en un enjambre de criaturas conectadas y fortalecidas entre sí. Acabó cayendo por su impaciencia, como siempre que caía. "¿Cuánto vas a tardar en notar que los nervios te hacen más daño que los hechizos?", pensó Annie cuando se hizo el silencio de la derrota. Suspiró y se levantó para ir a esperarlos a la pradera.
Taiga, sin embargo, le tendió la mano a Keitaro y, juntos, volvieron al prado sin más palabras que aquellas que intercambian unos amigos que se acaban de reconciliar tras un pequeño roce.

Ciervo volvió a intentarlo con Ángel, pero su técnica no fue lo suficientemente rápida, o quizá estaba cansado de las interminables luchas, pero no atinó a dar con los hechizos necesarios para agotar la mente de Ángel hasta la derrota. El joven hechicero hizo un excelente uso de sus menguantes recursos y, con esfuerzo pero de forma efectiva, derrotó a Ciervo en dos asaltos consecutivos. 

Al cabo de un rato estaban todos en el prado de nuevo, como si no hubiese ocurrido nada.
-Es gracioso lo rápido que nos recuperamos los hechiceros de las heridas, ¿verdad? -comentó Taiga con una sonrisa.
-Depende de los palos que te hayan dado, amigo -replicó Ciervo, aún un poco magullado.
-Pero -intervino Ángel- ¿por qué hemos de luchar? ¿Dónde está la guerra?
Todos guardaron silencio. Como siempre, nadie encontró la respuesta al eterno interrogante.
-A mí me divierte -dijo Taiga simplemente.
-A mí también, al principio. Pero acaba por ser peligroso.
-¿Y cómo empiezan las guerras, si no? ¿Cómo luchan los soldados? -exclamó Annie-. Primero luchas por tu patria, por salvar a los tuyos. Y, poco a poco, te vas dando cuenta de que los tuyos no están contigo, que bien podrían haber muerto mientras tú te hacías el héroe, y quieres volver a casa. Pero para cuando te arrepientes, ya has matado a miles de personas, personas que podrían haber sido tu amigo, y el resto te odia tanto que tienes que seguir matando para poder volver a casa. Y sigues en la guerra.
-Es cierto -asintió Keitaro-. Todos aquí empezamos porque la magia es fascinante, por ser alguien diferente a los demás y porque alzarse con la victoria es adictivo. Pero después...
-Pero después empiezas a apreciar tu integridad física -dijo Ciervo.
-Y acabas comprendiendo que la partida nunca acaba -continuó Taiga con una sonrisa indulgente-. Que si quieres cuidar tu pellejo no hay más remedio que arrancárselo al que tienes enfrente lanzándote hechizos. Pero eso no impide que seamos amigos, ¿no? -rió.
-Entonces... -caviló Ángel tras una pausa-. ¿Esto nunca acabará?
-Oh, sí, acabará. Pero hasta entonces hay que sobrevivir, ¿no crees?
-Supongo...
-Es decir, que dentro de poco nos vemos de nuevo -dijo Ciervo-. Y puede que se apunte más gente.
"Que se apunten", pensó Annie. "Aún tengo un as en la manga. Puede que esta estúpida guerra no termine nunca, pero si consiste en arrancar pellejos, me tendréis la primera en la fila con un cuchillo bien afilado".

Y la guerra apagó las luces y se fue a la cama, esperando otros nuevo episodio de amistosa violencia mágica.

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Bueno, esta es mi primera entrada en el blog ^^. Espero que no se os haga muy pesado, es difícil sacarle un trasfondo épico a un torneíllo de cartas entre colegas. He intentado hacerlo interesante y ligerito de leer, aunque no sé si lo habré conseguido xD.

En fin, chumachos, os veré pronto ^^. ¡Saludos!

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